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El lamento de Faramir (NC-17) es Print

Written by G-Skywalker

04 January 2015 | 37505 words | Work in Progress

Title: El lamento de Faramir
Author: G-Skywalker
Rating: NC-17
Pairing(s): Faramir
Warnings: incest, rape, non-con, death, underage

AU. Faramir es el menor de los hijos del Senescal de Gondor quien por derechos de nacimiento está destinado a vivir bajo la sombra de su hermano, y sufrir en silencio los maltratos físicos y psicológicos perpetrados por su propio padre en nombre de la lealtad a su sangre y al nombre de su familia. INCESTO: Hermano/hermano, padre/hijo.


[ all pages ]

Sus ojos estaban por cerrarse completamente cuando escuchó el ligero sonido de la seda en movimiento. Su vista corrió directamente hacia el lecho donde su hermano se recuperaba y sintió como su corazón se llenaba del más grande de los júbilos cuando vio aquellos ojos azules que tanto adoraba devolviéndole la mirada con el mismo sentimiento de afecto tan íntimo que ambos compartían.

“Mi pequeño hermano…” murmuró con ternura mientras se sentaba al borde de la cama y le clavaba un casto beso en la frente “He pasado mis días orándole a los Dioses por tu bienestar, por la oportunidad de tenerte de nuevo conmigo, Faramir, mi adorada sangre de mi sangre…” sus labios se tocaron en un suave rose que transmitió tanto cuanto quisieron expresarse mutuamente, cuando las palabras no eran suficientes.

“Boromir…” exclamó Faramir sintiendo la calidez de los toques y la afección de su hermano “Mis ansias por volver a verte me acompañaron incluso en los sueños que me produjo la inconsciencia… has estado conmigo todos los días desde que salí de Minas Tirith en tu nombre, pero no existe tal sueño o añoranza que se compare con la felicidad que siento al estar de vuelta aquí, contigo.”

“Tienes toda la razón, estuve contigo desde que te marchaste…” Boromir tomó la mano de su hermano y la besó “Nunca olvidaré lo que has hecho en mi honor, Faramir. Llevaré este recuerdo conmigo grabado en el corazón. No hay otra prueba de amor más grande que esta que has perpetrado por mí. Me llena de orgullo.”

No hubo necesidad de intercambiar más palabras, ambos se miraron a los ojos y permitieron que el silencio transmitiera todo aquello que no se atrevían a expresar en voz alta. Boromir sabía que Faramir lo amaba tanto como él lo hacía, pero también sabía que ninguno de los dos se permitiría cruzar esa línea tan estrecha que continuaba manteniendo el equilibrio de lo que sucedía entre los dos. Boromir no arrastraría a tal deshonra a quien amaba más que a su propia vida.

“La cabeza del monstruo inmundo ha sido clavada en una pica sobre la muralla del castillo; toda la ciudad acudió a verla” le comentó Boromir con los ojos brillantes “Todos hablan acerca de lo que hizo Lord Faramir en la batalla de Minas Morgul, de cómo derrumbó a esa monstruosidad en batalla singular; tu compañía se ha encargado de esparcir la noticia a todo lugar al que pisan, los bardos cantan sobre ti y tus hazañas; la ciudad entera espera ansiosa por verte, hermano.”

Faramir sonrió, pero aquellas palabras solo le acarrearon recuerdos tormentosos. Ojalá no hubiera perdido tanto en Minas Morgul… La imagen de Elénnor siendo abatido por el mandoble del Uruk hai, las miradas moribundas de Arëdar mientras la gangrena lo devoraba vivo… todo aquello le perseguiría en sus pesadillas para siempre. No permitiría que tantos sacrificios perpetrados en esos días oscuros fueran en vano.

“Estoy seguro que te agradará saber que los cuerpos que dejaste en Minas Morgul han retornado a la ciudad.” continuó “Se les ha dado sepultura en los Jardines con todos los honores.”

Aquello sí hizo que Faramir se sintiera mucho mejor. Se prometió que recompensaría a las familias de los caídos para que jamás volvieran a pasar por ninguna clase de penuria.

“Además,” añadió Boromir con una sonrisa maliciosa “El castillo está listo para ofrecer un banquete en tu honor, en cuanto hayas recuperado las fuerzas para salir de cama. El Mariscal de la Marca ha venido para asistir e informarse mejor de lo que sucede en las tierras oscuras.”

“¡¿Éomer?!” exclamó con repentino júbilo “¡¿Éomer está aquí?!” Faramir no pudo evitar el ser embargado de felices remembranzas de tiempos atrás, cuando eran niños y el Rey Théoden visitaba con frecuencia Minas Tirith y con él su pequeño sobrino Éomer, con quien junto a Boromir compartieron tantos momentos inolvidables, en donde los pequeños Lords y herederos de grandes reinos no eran más que simples niños cazando insectos y pretendiendo ser magnánimos caballeros.

No había visto a Éomer en mucho tiempo, ni siquiera cuando tomó el título de Mariscal de la Marca, puesto que por decreto de Denethor, quien merecía el honor de acompañarle a la ceremonia era Boromir, su primogénito y el futuro protector de Gondor.

Por un momento, luego de recibir todas las buenas nuevas, Faramir miró a su hermano y lo tomó de la mano con firmeza – Siento que estoy soñando. – confesó, mientras los ojos se le humedecían sin que él pudiera hacer nada por evitarlo – Por favor, dime que no estoy soñando…- Cuando estuvo allá afuera, el volver a Minas Tirith parecía una empresa inalcanzable; fueron tantas las veces que sintió que moriría ahí, en medio del camino, lejos de su tierra, lejos de quienes amaba. Boromir comprendía aquel sentimiento, y como respuesta atrajo a su hermano hacia su regazo, permitiéndole sentir el calor de su cuerpo y el bombear de su corazón – No estás soñando, amado hermano… estoy aquí. Tú estás aquí. – Faramir permitió que la presencia de Boromir le acogiera y aliviara el dolor de todas las heridas restantes, esas que habían quedado en el alma y talladas en los recuerdos, que aunque perennes, toda la paz y la seguridad que su hermano le transmitía eran suficientes para sobrellevar todos los pesares.

Entonces Boromir se encargó de vigilar el sueño de Faramir una vez más, mientras tomaba su último descanso en las Casas de Curación. El heredero de Gondor no pudo recordar otro tiempo en el que fuera más feliz que aquella mañana, cuando sostuvo a su hermano entre sus brazos y todas las zozobras que nublaban su corazón desaparecieron al ritmo de la dócil respiración de Faramir contra su regazo.

*

Al segundo día luego de que hubiera despertado, Faramir tomaba su primer desayuno en sus aposentos, al lado de la ventana, disfrutando de los suaves rayos del sol que atravesaban los cristales. Las sirvientas iban y venían por la habitación, eligiendo los posibles atuendos que usaría aquella misma noche para el banquete de bienvenida. Todavía llevaba el brazo izquierdo entablillado y muchas heridas cortaban la superficie de su rostro pero ya no podía continuar postrado en una cama por más tiempo, sentía que necesitaba movilizarse, volver a la actividad en cuanto le fuere posible para poder recuperarse por completo. Así que desoyendo las recomendaciones de los curadores decidió que era el momento de abandonar las Casas de Curación.

Aún así, no podía negar que continuaba sintiéndose debilitado, tanto que se obligó a reconocer que no sería capaz de retomar sus deberes como explorador hasta dentro de unas cuantas semanas más. A pesar de todo, nada se comparaba con el sentimiento reconfortante que le producía sentir el aire fresco de la mañana y la calidez emitida por los rayos del sol luego de tanto tiempo inconsciente. Incluso el intenso movimiento que había por todo el castillo le hacía recobrar muchas más fuerzas.

“Mi Señor” exclamó una de las criadas “Los trajes están listos. Si es su deseo, podría escoger el que más le agrade ahora mismo.”

“Gracias, pero lo haré más tarde” respondió “lo que necesito ahora es un baño.”

“¿Requiere de asistencia, mi Señor?”

“No, creo que pudo hacer esto por mi cuenta. Quiero un poco de privacidad.” Demandó y la criada luego de la reverencia hizo un ademán para que todas comenzaran a abandonar la habitación. Cuando finalmente se encontró solo, Faramir se levantó y fue hasta el cuarto de baño donde ya le esperaba la bañera de madera con agua caliente aromatizada. Comprobó la temperatura rozando la superficie del agua con la yema de sus dedos y la encontró suficientemente placentera. Se apresuró a desatar el cordón de la túnica y se desnudó.

Su pie derecho fue el primero en deslizarse dentro del líquido que se turbó en decenas de pequeñas ondas que se expandieron aún más cuando el cuerpo entero entró de lleno en la bañera. Faramir echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, complacido al sentir como todos los dolores corporales iban desapareciendo con el suave toque de las aguas aromáticas; le parecía que había pasado una eternidad desde la última vez que disfrutara de un baño como ese; no obstante, no pasaron sino unos segundos antes de que la atmosfera relajante fuera interrumpida por dos suaves toques a la puerta principal. Aquello le hizo dar un fuerte respingo. Inconscientemente sus manos se prensaron al borde de la bañera con fuerza, mientras sus ojos dilatados de miedo miraban en dirección a la pesada puerta de roble. “¿Quién es?” preguntó con voz queda.

“¿He venido en mal momento?” respondió Boromir desde afuera. Faramir sintió como su cuerpo volvía a relajarse y una sonrisa se dibujó en su rostro de nuevo “Nunca es mal momento.” Respondió, presa de esa repentina sensación incómoda en el estomago.

Boromir abrió la puerta encontrándose con los aposentos vacíos “¿Adónde estás, Faramir?” llamó. “Tendrás que esperar.” Contestó y Boromir supo localizarlo.

Repentinamente sintió el impulso de marcharse, más lo que hizo fue sentarse en la cama y mirar en dirección al cuarto de baño. Estaba a punto de decir que volvería más tarde, pero no era eso lo que quería. Su pierna comenzó a sacudirse, reaccionando ante el nerviosismo que la situación le causaba.

“Solo he venido a ver cómo te encuentras. Debo volver al servicio ahora mismo para terminar con mis responsabilidades antes de la puesta del sol…”
Sintió el aroma a romero que provenía de aquella pequeña estancia de la que no veía más que una puerta entrecerrada… entonces no pudo evitar imaginar el cuerpo desnudo de su hermano sumergido en las aguas transparentes, con la atmosfera cargada del delicioso aroma a hierbas y delicadas cortinas de humo blanco. Su rizado cabello dorado descansando sobre sus hombros húmedos, quizás con las puntas mojadas y flotando sobre el agua. Su cuerpo en completo estado de relajación tiñendo sus labios y mejillas de ese atractivo tono rosa…

“¿Faramir?” se escuchó decir.

Sabía lo que tenía que hacer… lo que debería hacer… pero también lo que quería hacer.

Debía marcharse, pero se dio cuenta que sus instintos estaban ganando terreno sobre su sentido común. “¿Qué sucede?” contestó con voz profunda, casi en murmullos, como si estuviera cayendo dormido.

Hacía mucho tiempo desde la última vez que habían compartido un baño juntos, Boromir había desistido de la idea a pesar de que Faramir por aquel entonces no era capaz de entender las implicaciones de la situación. En ese momento, Boromir se levantó de la cama y dio un par de pasos hacia la estancia, pero luego retrocedió a su lugar inicial. Debería marcharme… pensó, no obstante, luego de un breve titubeo y unas cuantas maldiciones, avanzó de nuevo hasta la puerta y se quedó de pie sin atreverse a entrar.

“¿Boromir?” exclamó Faramir, y este supo que su hermano menor ya había reparado en su proximidad.

“¿Puedo entrar?” se atrevió a preguntar, luego de una larga pausa. Faramir tampoco se apresuró a contestar y Boromir sintió como el ambiente comenzó a tensarse. Se arrepintió de inmediato de sus palabras.

“Sí, puedes entrar.” Reparó finalmente y habiendo llegado tan lejos como para echarse atrás, Boromir obedeció.
Lo vio exactamente como le había imaginado. Pero ya no lucía relajado en lo absoluto, más bien sus ojos reflejaban desconcierto y un atisbo de vergüenza. Sus manos caían hacia abajo, cubriendo su sexo. “Lamento interrumpir de esta manera,” prosiguió Boromir arrastrando las palabras, hipnotizado por lo que veía. “No quiero ser la razón de un malestar para ti… Si quieres que me marche, lo haré. Solo tienes que decir una palabra.”

Boromir observó los dilatados ojos celestes de su hermano que lo miraban con timidez, pero al mismo tiempo le invitaban a quedarse. Entonces Faramir se mordió el labio inferior y sonrió, para Boromir aquello fue suficiente.
“¿Puedo unirme?” preguntó en susurros, reparando que sus movimientos y su voz ahora delataban sus intenciones seductivas, y por supuesto, Faramir no lo pasaría por alto. “Sí.” Fue su única respuesta, Boromir no necesitó más y comenzó a desnudarse. En el acto, Faramir comenzó a hablarle sobre lo bien que recordaba las veces que habían jugado en las tinas de aguas termales cuando eran niños, Boromir se dio cuenta que no se trataba más que de un parloteo nervioso con el que pretendía parecer relajado; entre palabras mezcladas y anécdotas que Boromir no recordaba, los ojos azules de Faramir cambiaban de dirección entre el torso desnudo de su hermano a ningún punto en particular de la bañera. Finalmente, lo único que quedó de los atuendos de Boromir fueron sus pantalones.

“Me parece que necesitas que alguien se ocupe de tu espalda.” Propuso, con la intención de que Faramir se volteara y no viera la erección que trataba de ocultar bajo la tela. Faramir comprendiendo que su hermano pedía privacidad incluso en aquella situación, hizo lo que le pedía. Luego de un momento, sintió las cálidas manos de Boromir sobre sus hombros mientras entraba también a la bañera, que por su reducido tamaño, el contacto corporal resultó ser casi total. “Oh, esto se siente bien…” exclamó, “la temperatura es perfecta… ¿te sientes cómodo?” preguntó separando los rizos dorados en dos grandes bucles para llevarlos hacia adelante de sus hombros y dejar la espalda libre. “Sí”, contestó Faramir, encogiendo sus piernas hasta que su quijada descansara sobre sus rodillas.

“Lo que yo recuerdo de cuando éramos niños” continuó Boromir paseando las yemas de sus dedos por todo lo largo de la espina dorsal, “es que yo era quien me ocupaba de que tú no te ahogaras mientras tomabas un baño”, ante la ocurrencia, Faramir soltó una genuina carcajada. Boromir adoraba ese sonido. “Eras un chiquillo idiota, por supuesto, perfectamente capaz de ahogarte en una de estas cosas.”

“¡No es verdad!” contestó entre risas “siempre he sido mejor nadador que tú.”

“No te atrevas a contradecirme ahora que te encuentras en semejante desventaja o no tendré piedad” exclamó tratando de sonar grave y consiguiendo que Faramir volviera a carcajearse. Lo que Boromir realmente recordaba de cuando eran niños era lo mucho que se esmeraba por hacerle reír bajo cualquier circunstancia. Faramir se había convertido en su único mundo y el sentimiento crecía más con el pasar de los años.

Delineó todas las cicatrices que atravesaban la espalda de su hermano, algunas tan finas que era imposible que hubieran sido infligidas por espadas o incluso cuchillos de mano, pero él, siendo también un guerrero, sabía que habían muchas más cosas que podían herir además de las armas, especialmente cuando se era un explorador. Continuó recorriendo con los dedos húmedos la piel erizada de Faramir hasta terminar de nuevo en sus hombros; entonces al comprobarlos tensos, comenzó a masajear con movimientos suaves y profundos, motivado por los sonidos de aprobación que escuchó en cuanto comenzó. Mientras lo tocaba, Faramir movía su cabeza hacia un lado dejando gran parte de su cuello descubierto, Boromir no podía hacer más que resistirse ante la tentación. “Se siente muy bien…” comentaba Faramir sumido en su mayor estado de relajación, disfrutando de la sensación que la perdida de tensión en sus músculos le causaba. Boromir comenzó a masajear con mayor intensidad y de un momento a otro, Faramir soltó un fuerte gemido que lo hizo detenerse: “¿Te he lastimado?”, preguntó alarmado ante la posibilidad de haber usado demasiada fuerza cuando Faramir se encontraba todavía débil. “Me ha dolido,” reconoció “pero era justo lo que necesitaba. No te detengas.”

Boromir continuó, eventualmente descubriendo de qué forma podría darle mayor placer, y consiguiendo que Faramir jadeara de vez en cuando de la manera más erótica que jamás había escuchado en su vida.

“Dioses… Faramir, eres hermoso… solo desearía que fueras mío…” murmuró de repente, sintiendo la irresistible necesidad de besar su cuello, pero fueron sus mismas palabras y pretensiones las que le hicieron detenerse en el acto. Faramir no protestó ante la repentina pausa de su hermano, más bien, reparó en que comenzaba a sentirse asustado, y la certeza le lastimó el corazón, porque lo que menos deseaba en el mundo era sentir temor por Boromir; a pesar de que sabía que aquello no era causado por otra cosa más que sus propios fantasmas, no quería relacionar esos sentimientos con él. Boromir sintió como la tensión crecía en Faramir luego de que pronunciara aquellas palabras tan inoportunas y fue lo que necesitó para convencerse que era hora de regresar al servicio. Se levantó en silencio y con el agua delineando pequeños riachuelos sobre su cuerpo, tomó sus ropas y comenzó a vestirse con presteza. “Disfruta el resto del baño”, exclamó tratando de alejar la rigidez de su voz “te veré esta noche.”

Y sin esperar respuesta, salió de los aposentos de Faramir directo a la Torre Blanca, maldiciéndose a sí mismo por haber arruinado aquel momento íntimo, que se prometió no volver a repetir.

*

No vio a Boromir en todo el día, como era de esperar, pero no pudo evitar sentir culpa por cómo había terminado el encuentro. Quería decirle que había disfrutado de su compañía, que la reacción a sus últimas palabras no tenía nada que ver con su confesión, la en el fondo le había hecho muy feliz, puesto que él también la compartía, pero eso significaría tener que discutir esos fondos de su vida que se aseguraba de enterrar y hacer desaparecer de su memoria, o al menos, pretender que no sucedían, por el bien de la familia.

El sol ya se estaba ocultando, y las criadas habían encendido velas aromáticas por toda la estancia. Para el banquete, Faramir había escogido un atuendo ocre exquisitamente bordado con brillantes hilos de plata que se delineaban motivos vegetales y un hermoso gancho en forma del arbol de Gondor adornaba el cuello del jubón. Los pantalones eran de un tono más oscuro, mientras que las botas que llegaban hasta sus rodillas eran tan negras como la obsidiana; y como único accesorio, un anillo de oro con un rubí ovalado adornaba su dedo anular. A pesar de que aún llevaba el brazo entablillado, su semblante era propio de su sangre real.

Mientras una de las doncellas le cepillaba el cabello para anudárselo en una coleta, la puerta principal se abrió de par en par. Toda la actividad cesó de inmediato y el corazón de Faramir se disparó tan fuerte que sintió que le lastimaba el pecho con cada bombeo.

“Fuera.” – fue lo primero que ordenó, y todas las doncellas se apresuraron a abandonar la habitación con la vista pegada al frío suelo de piedra.

El sonido de la puerta al cerrarse le causó un horrible escalofrío que le recorrió la espalda como el filo de un mortífero puñal.

Siguió el silencio. Él, de pie delante de la puerta, envuelto en sus sedas negras y el cabello gris cayendo sobre sus hombros; Faramir sentado en la cama, con la vista pegada a la piedra de rojo intenso que parecía bailar al son de las velas.

“Luces hermoso.” – su voz fue como esquirlas de hielo rompiendo su refugio y clavándose en su piel, hasta perforar la carne y los huesos. “Muy señorial.” – añadió. Faramir reconoció el tono de burla en sus últimas palabras.

Dio el primer paso que hizo un profundo eco por las estancias. Faramir se estremeció.

Se detuvo a unos centímetros de su hijo y exclamó “Escuché que Boromir estuvo aquí.” Aquello hizo que el corazón se le encogiera, aterrorizado. Entonces, Denethor lo tomó del brazo lastimado y le obligó a levantarse a la fuerza “Escuché que Boromir estuvo aquí.” Repitió, apretando los dientes.

“Sí, mi Señor.” – contestó obligándose a devolverle la mirada a los ojos de hielo.

“¿Por qué?” preguntó, y sus dedos se prensaron con más fuerza en el brazo haciendo que Faramir jadeara de dolor.
“Solo vino a corroborar mi estado.” – respondió tratando de soportar el agudo dolor que le causaba.

“Mientes. ¡MIENTES!” – gritó arrojándolo a la cama. Su cara se había enrojecido de furia.

“no, no, por favor…” comenzó a murmurar, enterrando la cabeza en una de las almohadas desparramadas por el lecho “no me hagas esto, por favor…”

“¿Por qué?” volvió a preguntar casi como en susurros, con la voz gutural.

“Es la verdad… digo la verdad…”

Denethor le obligó a caer de rodillas en el suelo, prensando sus dedos alrededor de su cabello “Eres una maldición de los Dioses” soltó con desdén “No has traído más de desdichas a esta familia desde tu nacimiento…” entonces doblando sus rodillas hasta quedar a su altura, murmuró apretando los dientes “Tú la alejaste de mí… tú la mataste… eso te hace mío por derecho.” Entonces le empujó contra la cama, y antes de marcharse, sentenció “No te atrevas a olvidarlo.”

Faramir incapaz de levantarse, permaneció tendido donde estaba, con sus labios repitiendo una y otra vez “digo la verdad…” aunque sin llegar a emitir sonido alguno.

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2 Comment(s)

Ahhh, en vez de estudiar me puse a leer fics, que novedad. Suerte que me topé con uno magníficamente escrito, como éste.
Pobre, pobre Faramir. Espero que, si continuas, encuentre consuelo. En brazos de su hermano. :P

Bueeeeeno, estaré esperando. Me ha interesado :)

— N    Tuesday 26 November 2013, 17:54    #

me encanta tu historia y espero ver lo que sucede en tus próximos capítulos. Soy fan de los hermanos de Gondor aunque Boromir se adueñó de mi corazón. Esa historia de amor y respeto entre hermanos me encanta, y si va a pasar a ser incestuosa no sería dañina si restaura la paz en el alma de Faramir… espero ver mas de esta historia muy pronto!! felicitaciones!!

— Andrea    Sunday 27 July 2014, 15:38    #

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