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El lamento de Faramir (NC-17) es Print

Written by G-Skywalker

04 January 2015 | 37505 words | Work in Progress

Title: El lamento de Faramir
Author: G-Skywalker
Rating: NC-17
Pairing(s): Faramir
Warnings: incest, rape, non-con, death, underage

AU. Faramir es el menor de los hijos del Senescal de Gondor quien por derechos de nacimiento está destinado a vivir bajo la sombra de su hermano, y sufrir en silencio los maltratos físicos y psicológicos perpetrados por su propio padre en nombre de la lealtad a su sangre y al nombre de su familia. INCESTO: Hermano/hermano, padre/hijo.


[ all pages ]

“¿Cómo está mi hermano?” preguntó Faramir a uno de los sanadores que se encargaba del futuro Senescal.

“Mejorando, mi Señor. En este momento está durmiendo, el mago Mithrandir nos proporcionó la medicina que necesitábamos para neutralizar el veneno de la flecha, no hace falta nada más por hacer, solo esperar a que despierte.”

El corazón de Faramir se llenó de emoción tras la noticia, y entró a la habitación donde su hermano reposaba. Su rostro denotaba paz, no parecía estar sufriendo y eso le alivió. Acercó una de las sillas a la altura del rostro de Boromir y se sentó. Lo observó por unos momentos. Si su hermano moría, Faramir sabía que no podría sobrevivir demasiado sin él. Su propia pena y la ira de su padre lo obligarían a seguirlo, a donde fuera que la muerte le llevara.

Se inclinó y sacó la mano de Boromir por debajo de la sabana. Se alegró de sentir que ya no estaba tan fría como al principio, pero aún no había recuperado del todo su calidez característica. “Estoy aquí, hermano.” Susurró amorosamente, sosteniendo la mano de Boromir entre las suyas “Tú eres fuerte, Boromir. Siempre lo has sido.” Una sonrisa de remembranza se dibujó en el suave rostro de Faramir, recordando las incontables ocasiones en las que su hermano había regresado prácticamente ileso de situaciones imposibles “Sé que no tengo nada de qué preocuparme.” Se levantó de la silla y se sentó a un costado de la cama sin soltar la mano de su hermano “Aún así, no puedo dejar escapar a la criatura inmunda que te postró en esta cama. Te juro que la encontraré y te vengaré.” dijo, y una intensa llama de determinación se encendió en los ojos azules del capitán.

Después de revisar su ritmo respiratorio y el estado de los vendajes, Faramir se inclinó lentamente sobre la cabeza de Boromir, y sus frentes se tocaron “¿puedes sentirme, hermano?” susurró, “estoy aquí contigo”. Recordó las veces en las que habían compartido lecho cuando eran niños. Boromir siempre le permitía dormir con la cabeza sobre su pecho a la altura del corazón, y la calidez y protección del regazo de su hermano mayor siempre le reconfortaban y alejaban todos los pensamientos y recuerdos tortuosos que ya comenzaban a pesar sobre él. Impulsado por aquellos hermosos recuerdos, con muchísimo cuidado hizo el cuerpo de Boromir a un lado y se acostó. La cabeza de su hermano ahora reposaba sobre su hombro, y Faramir posó sus labios sobre su cabello, cerró los ojos y se dejó llevar por aquella esencia tan familiar…

Sin embargo sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz en susurros del sanador. “Mi Señor… llamé a la puerta, pero nadie respondió” se excusó cuando Faramir levantó la vista “es hora de lavar la herida de Lord Boromir… con mucho respeto, le pido que abandone la habitación.”
“Solo necesito un momento.” Contestó, el sanador asintió y le brindó la privacidad que demandaba. Faramir se levantó con cuidado y volvió a colocar a su hermano en su posición original “Volveré a visitarte en cuanto terminen de atenderte…” dijo escondiendo de nuevo la mano que había tomado sobre las mantas. Luego se inclinó y le depositó un casto beso en los labios y la sensación cálida que se instaló en su pecho le hizo sonreír. No había manera de explicar el amor que sentía por Boromir, la admiración que sus ojos reflejaban cuando su magnífico hermano demostraba sus habilidades y completaba con éxito cualquier clase de misión que le fuera encomendada. Su padre nunca tuvo motivos para quejarse de él, Boromir era perfecto, y Faramir no podía explicar cómo su hermano le correspondía aquel amor, aún cuando él era tan débil y susceptible a cometer errores que no hacían más que enardecer la ira de su padre.

No deseaba más que permanecer a su lado hasta que despertara. Temía que Boromir por fin abriera los ojos y él no estuviera ahí, pero tenía que atender sus deberes y principalmente, ir en busca del responsable de toda aquella desgracia.
Una sensación familiar de soledad le embargó cuando no tuvo más remedio que salir de la habitación y buscar a sus comandantes. Se dirigió a uno de los puestos de avanzada al sur de Minas Tirith. “¿Noticias?” preguntó al cruzar la puerta. “No, mi Señor” contestó uno de los comandantes, un Hombre de cabellos oscuros y mirada potente “Aún no han encontrado un rastro claro…”

“Manda a cuantos hombres sean necesarios. Quiero partir cuanto antes.” dicho esto, el comandante comenzó a gritar órdenes de inmediato. Faramir salió y se dirigió a la torre de armas de su Compañía para realizar el conteo de aquel día y revisar su estado. Podía delegar la tarea a alguien más, pero se sentía más seguro si él mismo se encargaba de todo lo que tuviera que ver con su mantenimiento. El comandante que le asistía lo esperaba junto a otros caballeros a la entrada de la torre. “Mi Señor” saludó con una sonrisa en su rostro, y Faramir le devolvió el gesto. “Aunque usted no me haya informado al respecto, mi Señor, con todo respeto pido el permiso para acompañarle a su misión. Nada me honraría más que tener la oportunidad de cabalgar como parte de su Compañía.” Dijo el comandante mientras comenzaban con la revisión de las lanzas. Faramir lo observó. No era parte de los exploradores de Ithilien que estaban bajo su mando, pero estaba al tanto de su reputación como arquero. “Sería como condenarte a una muerte segura.” Contestó con sinceridad. Sabía que para estas alturas los orcos ya habían redoblado su número, por lo que había decidido no ordenarle a ninguno de sus hombres que le siguiera, aquella decisión debían tomarla ellos mismos. “Sería un honor morir bajo su mando.” resolvió el caballero. Faramir no contestó, y centró su atención en la ocupación. Pensó en qué clase de honor habría en morir debido a sus malas decisiones, esas que su padre se encargaba de destacar cada vez que volvía de una misión. Aún cuando pensaba que había actuado de la mejor manera posible, nada resultaba correcto a los ojos del Senescal, a menos que fuera Boromir quien comandara, entonces sus regresos eran convertidos en grandes hazañas, y el orgullo brillaba en los ojos de su padre. Porque Boromir era perfecto.

Luego de cuatro horas, terminaron con la revisión de la mitad del armamento de los exploradores de Ithilien y Faramir ordenó continuar con las restantes al día siguiente, puesto que el Sol se estaba ocultando y la percepción ya no sería tan precisa. Cuando se dispuso a abandonar la torre, el comandante atrajo de nuevo su atención, “Mi Señor” dijo acercándose al capitán. Faramir supo que el caballero esperaba una respuesta a su petición. Luego de meditarlo unos momentos le dedicó una leve sonrisa “Permiso concedido” susurró. El caballero le devolvió el gesto y le agradeció con vehemencia. “No estés agradecido” el semblante del capitán se ensombreció “No puedo garantizar tu retorno con vida. Esta no es una misión oficial, no es una orden del Senescal de Gondor, por lo que tu reconocimiento y recompensa no representarán el sacrificio que asumirás al formar parte de esta Compañía.” El caballero negó con la cabeza y contestó “Lo único que quiero es demostrar mi valía ante usted. Sería un honor para mí si algún día mis habilidades me llevaran a formar parte de los exploradores de Ithilien, y no hay mejor forma de averiguar si soy merecedor de tal honor que luchar a su lado en el campo de batalla.” Faramir observó los ojos del hombre no percibiendo más que sinceridad y orgullo, y supo que no habría manera de hacerle cambiar de opinión. “Gracias.” Susurró conmovido “Mi hermano y yo no olvidaremos tu valentía.”

Dejando atrás al caballero, se dirigió finalmente al castillo. Tenía que soportar solo una tortura más por aquel día, y era cenar con el Senescal. No importaba cuan exquisitos y dignos de grandes palacios fueran los platos que se servían en el comedor de los Señores de Minas Tirith, aquella frialdad que se sentaba con ellos se encargaba de que la comida resultara insípida. Pero estaba obligado a acompañar a su padre aún cuando ninguno de los dos lo disfrutara.

A pesar de los pensamientos sombríos, una sincera sonrisa se asomó por el bello rostro del capitán, cuando vio al mago gris en su camino hacia los comedores.
“Mithrandir”, exclamó acercándose a su maestro “no tuve la oportunidad de agradecer por lo que hiciste por Boromir, que no hubiera sobrevivido sin tu asistencia. No encuentro la manera más apropiada y digna de gratificarte, pero si hay algo que desees, estoy dispuesto a cumplir lo que sea que demandes.”

“Entonces, mi querido Faramir, permíteme rogarte que reconsideres tu decisión de ir a tomar venganza. Hay otros asuntos por los que tenemos que preocuparnos ahora. Las sombras están saliendo de su exilio, y debemos mantenernos vigilantes. Una acción como esta solo te llevará a la perdición. No arriesgues tu vida ni la de tus hombres, que tiempos más oscuros se acercan, y con dolor en mi corazón te advierto que estaremos obligados a enfrentar estos pesares día con día.”

“Por favor no trates de persuadirme.” contestó “Necesito hacer esto.”

“¿Cómo crees que se sentirá tu hermano si mueres en esta misión? ¿De qué habrá servido que haya puesto su vida en peligro por ti si de todos modos vas en busca de ese fatal destino? No tienes culpa de nada.”

“Por supuesto que sí. No puedo evitar ver a mi hermano en tal condición y no pensar en cortar la garganta de la abominación causante de tanto sufrimiento… No puedo soportar el dolor de mi padre tampoco… ya he hecho demasiado.” Gandalf vio la sombra que dominaba la mirada de Faramir. El mago supo que aquella no era más que una prueba que se había impuesto el mismo para demostrar su valía. “Faramir…” susurró acercándose a su pupilo y tomándolo firmemente de los hombros “No tienes que probar nada. Aún cuando tu padre dice lo contrario, tus hombres estuvieron presentes cuando tu hermano fue herido. Siempre has demostrado la misma habilidad que Boromir en el campo de batalla, y la gente de Gondor te admira con la misma intensidad, Faramir, pero más importante, te adoran. Tú posees algo que Boromir nunca tendrá, bondad en tu corazón. Los caballeros siguen a Boromir porque deben hacerlo, sin embargo te siguen a ti porque has sabido ganarte su simpatía, y no hay nada más valioso que eso. Ellos están dispuestos a morir por ti, y mucho me temo que perderemos demasiadas vidas valiosas en esta batalla sin sentido.”

La testarudez del capitán era algo con lo que Gandalf luchaba muy a menudo cuando asuntos que tuvieran que ver con su familia nublaban el sentido común de Faramir. Siempre fue razón de preocupación el enorme dominio que tenía Denethor sobre su hijo menor y aquello hacía que Gandalf se preguntara si el Senescal empleaba otras formas de someterle a su voluntad más que atacarle con palabras crueles a la menor oportunidad. Sin embargo y a pesar de su insistencia por averiguar algo, Faramir era incapaz de hablar en contra de su padre.

“No puedo dejar que escapen sin someterlos a la justicia de Gondor” contestó con enfado “Han herido al orgullo de mi Casa, y ha sido todo por mis negligencias. Boromir nunca descuida sus espaldas.”

“Tú no eres así, Faramir…” susurró el mago con suavidad “esas son palabras que solo escucharía de la boca de tu padre. No te dejes cegar por su orgullo al creer que la vida de Boromir importa más que la tuya. La sangre de Númenor corre con más fuerza por tus venas que por las de tu hermano, y eres poseedor de un semblante propio de los reyes antiguos, aunque tus pesares logren opacarlo en ocasiones. Por lo que te suplico, desiste de esta locura, ya llegará el momento de tomar venganza por esta y muchas otras desgracias que nos acontecerán.”

El dolor y la compasión embargaron el corazón de Gandalf al ver que, una vez más, sus palabras no eran del todo asimiladas, la sombra de Denethor dominaba y manipulaba el alma de Faramir, quien no era capaz de escuchar más razones que las de su propio padre.

“Lo siento.”

El mago observó como Faramir se alejaba y se preguntó con pesar si aquella sería la última vez que intercambiaría palabras con el capitán de Gondor.

Las puertas del comedor se abrieron para cederle el paso. Faramir vio que su padre ya estaba alimentándose, y ni siquiera se molestó en levantar la vista de la comida para ver a su hijo. Faramir se sentó al otro extremo de la mesa, frente al Senescal.

Luego de un largo silencio, las puertas del comedor volvieron a abrirse, y uno de los comandantes entró atropelladamente a la sala.
“Lord Faramir… Les hemos encontrado.” Anunció sin aliento. “Están a cuatro días de distancia de Minas Tirith. Si partimos antes del amanecer, les alcanzaremos en tres días a galope mientras el sol esté alto, que es cuando suspenden la marcha.”

“En ese caso, preparen todo lo que haga falta, no hay tiempo que perder.” Contestó sintiendo a flor de piel el furor de la batalla cercana. El comandante se inclinó y salió casi corriendo de la sala. Denethor llevó sus ojos hasta su hijo y exclamó “Ya que esta ha sido tu decisión, te advierto que no permitiré que pises las tierras de Gondor de nuevo si fallas. Si no traes ante mí la cabeza de la criatura inmunda que se atrevió a herir a mi hijo, será mejor que nunca más regreses. No permitiré que le derrames más deshonra a mi Casa. ¿Me has oído?” dijo con desdén. “Sí, mi señor.” contestó Faramir con decisión. Por supuesto que no se atrevería a volver cargando la derrota sobre su espalda. O traía la cabeza del enemigo o moría en el intento, era algo que se había resuelto al instante de tomar aquella decisión. “Déjame comer en paz” continuó Denethor “Vete de aquí.” Faramir soltó con cuidado el tenedor y se levantó de la mesa “Si, mi señor.” dijo y salió a paso lento de las estancias.

Después de haberse asegurado que los menesteres para el viaje y la batalla estaban siendo atendidos, decidió ir a descansar un par de horas antes de la partida, no sin antes pasar a visitar a su hermano. Faramir entró en silencio, y se sentó de nuevo a un costado de la cama de Boromir. Permanecía en el mismo estado, sumido en un sueño pacífico. Sus ojos lo observaron con la misma devoción de siempre y una pequeña sonrisa se instaló en su hermoso rostro. “Los hemos encontrado.” susurró. “Partiremos mañana antes del amanecer. No sé cuantos días estaré fuera y si despiertas y ves que no estoy a tu lado, no es porque no piense en ti, todo lo contrario, será porque estaré ejecutando un acto de amor en tu nombre, espero que lo comprendas, por si no regreso. No quiero que te culpes por lo que pueda pasar, es algo que tengo que hacer y ha sido mi decisión; así que no debes culpar a padre tampoco, quien también te echa de menos con la misma intensidad que yo.” Faramir se acercó y dejó que la suave y rítmica respiración de su hermano acariciara sus labios “despierta pronto.” Posó sus labios sobre los de Boromir y se mantuvo en la misma posición durante un rato, tratando de construir el más vivo recuerdo de la cálida boca de su hermano para recurrir a él en horas desesperadas.

Y con todo el dolor en su corazón, no tuvo más remedio que levantarse de la cama y caminar hacia la salida.


Sus ojos se abrieron de súbito en medio de la oscuridad absoluta cuando sintió como la cama se inclinaba levemente a su lado derecho. Antes de que pudiera reaccionar, una fuerte mano se aferró a su cadera y el cuerpo se fue encima suyo. “No…” susurró instintivamente, pero una poderosa fuerza ajena a él le impidió decir más, su voz desapareció, y Faramir comprendió lo que estaba a punto de pasar. Una mano áspera y fría se coló bajo su camisa y acarició su espalda. Sus ojos aún no se acostumbraban a la penumbra, pero Faramir conocía muy bien el toque de aquellas manos violentas, el olor que desprendía ese cuerpo y la intimidante presencia que lograba menguarlo, pero no lo suficiente como para hacerle desaparecer, como hubiera deseado.

Las manos llegaron hasta sus anchos hombros y lo tocaron con fuerza, y las uñas dejaban marcas a su paso. Faramir yacía inmóvil, preso de su propio miedo, mientras su cuerpo era cruelmente asaltado como en tantas otras noches. Las manos se aferraron al cuello del capitán y pensó que le estrangularían, sin embargo no fue más que obligado a arquear la espalda y la mano se coló por sobre su pecho, recorriendo la esculpida figura del Hombre. Faramir apretaba los dientes, no había nada que decir, nada que hacer, solo esperar a que la pesadilla terminara.

Tocaba sus pezones con frenesí, apretándole y halándole sin importar cuánto dolor pudiera sentir. “No vas a regresar…” susurró Denethor con voz áspera al oído de su hijo “No vas a regresar…” La mano bajó por su abdomen, asegurándose de explorar cada volumen, cada rincón del cuerpo de Faramir. Se coló por los pantalones y fue cuando el capitán intentó liberarse, pero Denethor enterró sus uñas en el cuello que apretaba y le obligó a inclinarse hacia abajo para mantenerlo dominado “Eres demasiado débil… vas a morir…” susurraba, llevando su mano más cerca de su objetivo “voy a tomarte hasta que el sol esté a punto de alzarse, y tú no tengas más destino que dirigirte a tu final…” la mano rosó el vello dorado y Denethor jadeó de placer al sentirlo entre sus dedos “morirás sin ser amado… sin ser recordado… sin honor…”. La mano se cerró sobre el flácido miembro del joven Lord. “Respóndeme…” ordenó, “Si, mi Señor…” contestó Faramir con voz vacía. Denethor entonces llevó su mano hasta la abertura y sin el menor cuidado, introdujo sus dos dedos profundamente, y Faramir resopló sintiendo como si le quemaran vivo desde las entrañas. “¿Amas a tu padre, Faramir?” preguntó Denethor entre jadeos, moviendo sus dedos en el interior de su hijo. Faramir no respondió, nunca lo hacía, a menos que su padre se lo ordenara. Sus ojos permanecían cerrados, y su cabeza yacía enterrada en la almohada.

Sintió la hombría de Denethor cerca de su abertura. Su cuerpo se cerró, no lo deseaba, lo aborrecía, pero ese era su lugar. El duro miembro se abrió paso con ferocidad, entrando hasta la raíz, y Faramir no pudo contener los gritos. Aún cuando deseaba con todas sus fuerzas mantener la boca cerrada, el dolor era extremo y sus lamentos no hacían más que alimentar la lujuria del Senescal.

“Oh, Faramir…” susurraba “mi hijo…”. Cada vez que Denethor empujaba hacia adentro Faramir sentía su propia carne al rojo vivo. Para sorpresa y horror del capitán, Denethor sacó su hombría de su cuerpo y le obligó a tenderse sobre su espalda. Ahora que los ojos de Faramir se habían adaptado a la penumbra, pudo verlo claramente. Siempre ataviado con sus ropas oscuras, la cascada plateada que caía sobre su cabeza y reposaba en sus hombros, la mirada orgullosa, llena de pesares y ambición… los ojos dilatados de pasión por su propia sangre. Denethor nunca había obligado a Faramir a voltearse mientras lo tomaba, siempre había evitado el rostro de su hijo en el acto, pero esta vez se encontraron cara a cara. “Esta será nuestra última vez…” susurró áspero “quiero verte mientras lo hago.”

Separó las piernas de su hijo y una intensa llamarada de lujuria alumbró los ojos del Senescal. “Tan hermoso…” susurraba observando al Hombre dorado que yacía tendido a su merced sobre la cama. Faramir mantenía sus ojos cerrados, evitando que sus recuerdos grabaran demasiado aquella expresión en el rostro de su padre. “Mírame…” ordenó, pero los párpados continuaron cerrados. “He dicho, ¡MÍRAME!” gritó airoso y Faramir no tuvo más remedio que desvelar sus ojos, que no demostraban más que humillación y una insondable desolación. Con las lagunas azules obligadas a observarlo, Denethor se impulsó de nuevo dentro de su hijo y lo tomó con desenfreno, ahogado en su propio placer.

La tortura duró la noche entera, tal y como lo había prometido el Senescal, quien luchaba con todas sus fuerzas contra la necesidad de dejarse arrastrar por el clímax, hasta que no tuvo más remedio que permitir que la explosión de sensaciones le inundara, y su semilla corrompió una vez más el cuerpo de su hijo.

Faltaban pocas horas para el amanecer y Faramir se levantó de la cama luego de que su padre abandonó la habitación. El simple hecho de sentarse resultaba sumamente doloroso, pero luchó por llegar hasta la bañera y lavarse toda aquella desdicha. Frotó sus uñas contra su piel para intentar arrancarse la horrible sensación que dejaban las manos de su padre, pero no importaba cuanto lo intentara, ya formaba parte de su ser.

Pensó en Boromir. Muchas veces había sido tema de discordia entre él y Denethor por la manera en que trataba a su hijo menor. Denethor había aprendido a controlarse cuando Boromir estaba cerca, y la mayoría de las veces simplemente se limitaba a pretender que Faramir no estaba ahí. Hace tiempo atrás Boromir había llegado a sospechar que alguien estaba abusando físicamente de su hermano, cuando lo notaba adolorido o con marcas en su cuerpo que no eran producto del ejercicio o de las misiones, Boromir conocía las heridas que producían las batallas, y esas no se le parecían. Faramir se enfrentó a duros cuestionamientos. Boromir le había prometido matar a quien fuera el responsable, y aquellas palabras incluso las había pronunciado delante de su padre, aunque sin ninguna pretensión. Boromir estaba al tanto del rechazo que sufría su hermano por parte de Denethor, pero ni siquiera a él se le ocurriría que era su propio padre quien lastimaba el cuerpo de su hijo y además lo utilizaba para satisfacer sus deseos sexuales. Faramir estaba seguro que su hermano podría matar a Denethor si se enteraba de lo que sucedía, y no quería hacerle cargar con la maldición de haber levantado la espada contra su sangre. Boromir era feliz, e iba a tomar las riendas de Gondor después de su padre, y por tanto Faramir no era capaz de hacer pública la terrible deshonra que humillaba su Casa.

Salió del cuarto de baño y se vistió. El cielo comenzaba a teñirse de purpura, y Faramir supo que tenía que darse prisa.

El toque de la puerta interrumpió sus pensamientos, “Adelante” contestó, y dos caballeros entraron a las estancias. “Mi señor”, dijeron hincando la rodilla para después dirigirse rápidamente a la escultura de piedra al fondo de la habitación que vestía la armadura del capitán. Ambos caballeros comenzaron a armar a Faramir y uno de ellos le entregó su espada y el yelmo. “Ya es hora, mi Señor.”

Afuera hacía bastante frío, la ciudad aún dormía, pero en el castillo ya había mucho movimiento. Los caballeros iban de un lado a otro gritando y atendiendo órdenes y Faramir se dirigió a uno de sus comandantes “¿Cuántos guerreros?” preguntó, el Hombre sonrió y contestó “Todos los exploradores de Ithilien se han presentado, mi Señor, además de otro puñado más de caballeros que desean acompañarle. Sin embargo no hemos preparado los suficientes menesteres para llevar una compañía tan numerosa, por lo que delegué la tarea de seleccionar a los mejores para el honor”.

Faramir observó a su alrededor. Había cientos de hombres preparándose o ayudando con los últimos arreglos para el viaje, y no pudo evitar sentirse tremendamente agradecido. Todos estaban ahí por voluntad propia, y Faramir prometió nunca olvidar aquella muestra de fidelidad y valentía.

“Entonces tenemos que partir ya” resolvió dirigiéndose hacia la salida del castillo donde los caballos aguardaban. Habían sido seleccionados cien hombres, de los cuales treinta eran arqueros, y entre ellos Faramir reconoció al joven comandante que le asistía con el mantenimiento de las armas, y no pudo evitar devolverle la sonrisa que este le dedicaba.

“¡Faramir!” ante el llamado, el capitán volteó la cabeza, encontrándose con el viejo mago gris, y cuando estuvo a punto de replicarle que no intentara convencerlo de olvidar la venganza, Gandalf simplemente lo abrazó con ímpetu y exclamó “Cuídate, idiota testarudo…” susurró, y Faramir se dejó envolver por los cálidos y protectores brazos. “Lo haré.” contestó, “por favor, encárgate de manejar a mi hermano cuando despierte…” La preocupación de la posible reacción de Boromir le prensaba el corazón. “Oh, por supuesto que me encargaré de él, mi querido Faramir, un hermano idiota es más que suficiente” dijo con una amorosa sonrisa en el rostro. Faramir le depositó un beso en la mejilla y le agradeció, luego se dirigió a su compañía exclamando “El tiempo nos apremia. Cabalgaremos con pocos intervalos de descanso, si es que queremos alcanzarlos a la mañana del tercer día. Todos aquellos que han estado envueltos de cualquier manera en la ejecución de esta misión, no serán olvidados ni por mi hermano ni por mí. No hay modo de asegurar lo que allá encontraremos, puede que lo resolvamos con una rotunda victoria o que muchos de nosotros perezcamos en el intento, pero estoy seguro que es una perspectiva de la que todos estamos conscientes.” el majestuoso capitán, que había aplastado por completo aquella parte temerosa e insegura que solo su padre lograba hacer surgir, subió a su corcel en la vanguardia de la valerosa compañía, con un regio porte que lograba llenar el corazón de sus guerreros con gran vigor y ferocidad por la batalla cercana “¡Ha llegado nuestra hora de tomar venganza!” gritó “¡Con nosotros cabalga el honor de las gentes de Gondor!” Y entre vítores voraces, la compañía inició su descenso por la resplandeciente ciudad de Minas Tirith.

Gandalf los siguió hasta la Puerta, y ahí observó como el capitán y sus caballeros se perdían en la lejanía sobre los campos del Pelennor no pudiendo evitar que la zozobra le oprimiera ante la perspectiva de un futuro incierto. Había demasiado movimiento en las ciudades muertas, y tal y como lo había dicho Faramir, no cabía duda de que ignoraban lo que encontrarían sobre aquellas tierras malditas.

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2 Comment(s)

Ahhh, en vez de estudiar me puse a leer fics, que novedad. Suerte que me topé con uno magníficamente escrito, como éste.
Pobre, pobre Faramir. Espero que, si continuas, encuentre consuelo. En brazos de su hermano. :P

Bueeeeeno, estaré esperando. Me ha interesado :)

— N    Tuesday 26 November 2013, 17:54    #

me encanta tu historia y espero ver lo que sucede en tus próximos capítulos. Soy fan de los hermanos de Gondor aunque Boromir se adueñó de mi corazón. Esa historia de amor y respeto entre hermanos me encanta, y si va a pasar a ser incestuosa no sería dañina si restaura la paz en el alma de Faramir… espero ver mas de esta historia muy pronto!! felicitaciones!!

— Andrea    Sunday 27 July 2014, 15:38    #

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